Ayer partió a la eternidad Diego Armando Maradona, mientras el pueblo lo llora y miles de páginas son escritas con elegías en su memoria, en Argentina Sin Hambre no podemos dejar de señalar, entre lagrimas, que el gigante de Fiorito conquistó el mundo pero nunca se olvidó de sus orígenes, de los más humildes y las injusticias que estos sufren.
Vale recordar a modo de ejemplo, tan solo este año, el último del Diez en la tierra, se quebró al enviar un emotivo mensaje en el que pidió que “ayuden a comer a la gente” y apoyó a la organización Corazones Solidarios, que reparte viandas en barrios necesitados de el norte del conurbano bonaerense.
“A Corazones Solidarios, todo mi amor toda y mi ternura. Todo el amor de mi vieja. Ayuden a comer a la gente”, dijo Maradona en el video, para agregar, conmovido: “Lo mío no es show, porque yo la pasé. Yo pasé en Fiorito más que frío”.
La partida de Diego nos llena de pesar. El jugador que defendió a los más humildes y atacó a los más poderosos. El mismo que un domingo 9 de julio de 2000, dio una entrevista desde Cuba y recordó un encuentro que había tenido años atrás con Juan Pablo II en una visita al Vaticano en sus gloriosos tiempos del Napoli. “Entré al Vaticano y vi el techo de oro. Y me dije cómo puede ser tan hijo de puta de vivir con un techo de oro y después ir a los países pobres y besar a los chicos con la panza así. Dejé de creer, porque lo estaba viendo yo”
Así era Diego. Así y mucho más. En este último tiempo, sus camisetas fueron parte de una campaña en apoyo a comedores sociales. Porque él sabía y nunca se olvidó lo que es pasar hambre y frio. Por eso, por las alegrías dentro de la cancha y las luchas fuera de estas, Diego siempre será el más grande. Y así lo recordaremos.