Organizaciones y movimientos sociales de Argentina reforzaron en las últimas semanas la acción solidaria que desarrollan todo el año en comedores comunitarios, para atenuar los efectos de la pandemia del nuevo coronavirus (COVID-19) sobre la población de escasos recursos.
La acción se desarrolla en todo el país pero cobra especial importancia en el conurbano bonaerense, donde viven más de 10 millones de personas y donde la tasa de pobreza trepa a 40,5 por ciento, cinco puntos porcentuales por encima del promedio nacional.
El equipo de Argentina Sin Hambre recorrió cinco comedores distintos y en todos los casos encontró las mismas historias.
Más y más familias buscan a diario ayuda en estos lugares debido a la crisis provocada por el coronavirus, debido a que la gente ya no puede trabajar y los comedores son la única fuente de comida que tienen.
Desde el Ministerio de Desarrollo Social aseguran que la demanda de asistencia alimentaria creció un 37,5 por ciento desde el inicio de la cuarentena, el 20 de marzo, y pasó de 8 millones a 11 millones de personas.
Días atrás, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, explicó que el número de beneficiarios subió porque “a los que van siempre se sumaron ahora los que iban a veces, y también los que no iban porque tenían algún tipo de trabajo informal”.