El Día Mundial de la Alimentación se celebra cada año el 16 de octubre para promover acciones de concientización respecto a las problemáticas alimentarias mundiales.
Actualmente, en el mundo, el hambre afecta a más de 820 millones de personas. La malnutrición, con su doble carga de hambre y sobrepeso u obesidad, llega a casi 2000 millones que carecen de acceso a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes. Con el objetivo de realizar acciones contra la problemática, este año el lema utilizado es “Una alimentación sana, para un mundo hambre cero”.
Argentina no escapa a los problemas globales de alimentación. Según la Segunda Encuesta Nacional de Nutrición presentada en septiembre por el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, en el país hay un 41,1% de chicos y adolescentes de entre 5 y 17 años que padecen sobrepeso y obesidad, y el 67,9% de los adultos tienen prevalencia de exceso de peso. Alcanzar el Hambre Cero en 2030 no es solo alimentar a las personas sino también nutrirlas, sin dejar de lado el cuidado del planeta.
Argentina, además, es el país de la región que lidera el consumo de productos ultra procesados con 185 kilos por habitante por año. También lidera el ranking mundial de consumo de gaseosas con 131 litros por habitante por año. Además, triplica el consumo de azúcar recomendado y duplica el consumo de sal.
En el Senado se debate el etiquetado frontal de alimentos, una herramienta muy importante para que todos conozcamos la información de lo que se consume y se comience a revertir una tendencia que afecta la calidad de vida.
“Hoy es necesario poner el foco para avanzar en la transformación del sistema alimentario sostenible no solo para revertir o prevenir el sobrepeso y la obesidad sino también evitar que sigan avanzando”, destacó el representante de FAO, Francisco Yofre, días atrás en un ciclo de charlas sobre este tema, realizado en la ciudad de Posadas, Misiones.
En la misma línea, Vanessa Zacarías destacó la “necesidad de implementar medidas y políticas que garanticen una alimentación de calidad y nutritiva, asegurando que el alimento recomendado sea inocuo desde la producción, con prácticas sustentables que preserven los recursos naturales, que promuevan la economía local y educando a las personas en las buenas prácticas alimentarias y de selección al incorporar los alimentos a su dieta diaria, para que la misma pueda así preservar la salud”.
Es importante atender a políticas que generen círculos virtuosos tanto para la producción como para el consumo responsable de alimentos, con el ojo en la salud de la población y el cuidado del planeta. Para eso es necesario brindar información para la toma de decisiones en todos los puntos del sistema alimentario.
La celebración se presenta como una excelente oportunidad para empezar a pensar en lo que habitualmente comen la mayoría de las personas.
Las dietas poco saludables y desequilibradas influyen en la aparición y el desarrollo de enfermedades no transmisibles.
El consumo de alimentos no está limitado únicamente a la provisión de nutrientes. La comida casera y la gastronomía juegan un papel clave en la alimentación de las personas ya que tiene un fuerte valor cultural y de pertenencia. Así como también es indispensable un debate sobre las formas de producción.
América Latina y el Caribe es responsable del 20% de la comida que se pierde y desperdicia a nivel mundial desde la poscosecha hasta el comercio minorista según el nuevo informe de la FAO “El estado mundial de la alimentación y la agricultura 2019”. En contexto de hambre, esa cifra se torna inmoral.