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Desempleo en pandemia: Contenido por asistencias sociales

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La crisis económica y sanitaria producto de la pandemia dejó mayor perdida de puestos de trabajo de calidad y sin la contención de planes como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y la ampliación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) la tasa de desocupación que pasó de 11,3 a 13,9 se hubiera ubicado en 28,5%, según la proyección presentada en el informe “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del trabajo en la Argentina urbana” que se difundió hoy en el marco del seminario académico “La crisis del empleo en la Argentina más allá del Covid-19. Soluciones posibles. Políticas necesarias”, organizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (Odsa-UCA).

El seminario contó con la participación de los investigadores Odsa-UCA-Conicet Eduardo Donza, Santiago Poy y Agustín Salvia y también con las disertaciones de la Dra. Marta Novick, el Dr. Eduardo Levy Yeyati y el Dr. Alexandre Roig.

En el estudio se abordó la situación de los/as trabajadores/as pobres entre 2010 y 2020, con énfasis en el contexto de la crisis provocada por el Covid-19 en la Argentina urbana. Al respecto, se aprecia que entre 2017 y 2020 el porcentaje de trabajadores/as pobres pasó de 15,5% a 27,4% (11,9 pp.) y de 1,9% a 4,4% (2,5 pp.) al considerar un umbral de pobreza extrema.

El incremento de la pobreza fue significativamente más intenso entre los/as trabajadores/as que viven en hogares del estrato trabajador integrado y del estrato marginal, que residen en el Conurbano Bonaerense, entre las mujeres y entre trabajadores/as en edades centrales (35-59 años), se indicó.

Además, se observó una acentuación del papel de las transferencias por programas sociales en la reducción de la pobreza entre trabajadores/as: mientras que el “efecto” de estas transferencias era de -1,2 pp. en 2019, pasó a -7,7 pp. en 2020. Una explicación de este comportamiento podría encontrarse en la implementación de distintas políticas en el marco de la pandemia por Covid-19.

Donza detalló que “la crisis económica y sanitaria de 2019 y 2020 generó una pérdida de puestos de trabajo de calidad. “La pérdida fuerte de empleo, de no poder desarrollar las actividades en las empresas, el efecto desaliento muy fuerte, y no de pensar de que no voy a buscar, sino por la imposibilidad de hasta trasladarse para conseguir un empleo. El efecto desaliento se ve en la evolución de la tasa desocupación de 11,3 a 13,9. Hay un efecto de amortiguación por la imposibilidad de buscar trabajo, sino estimamos que hubiera llegado a 28,5%. En el futuro es posible que este efecto se vaya desanudando, hay que ver la reacción de la estructura productiva para generar puestos de trabajo”, relató durante su presentación.

El estudio da cuenta de que mediante un análisis de regresión logística se evidenció que los atributos del hogar del/la trabajador/a resultan fundamentales en la determinación de la probabilidad de experimentar pobreza, en particular, la presencia de niños/as de 0 a 17 años y la cantidad de ocupados/as.

A su vez, los atributos del puesto de trabajo del trabajador/a también son fundamentales: los/as trabajadores/as de establecimientos del sector micro-informal o con empleos precarios están particularmente expuestos a la pobreza.

A partir de un análisis de panel, se observó que entre 2019 y 2020 casi una cuarta parte de los trabajadores/as (24,2%) se mantuvo en situación de pobreza. Por su parte, se evidenció que los trabajadores/as con baja educación, con origen extranjero, con niños/as en su hogar y con empleos precarios/as son los que tuvieron más chances de pasar a ser pobres en 2020.

Situación laboral urbana

Según los datos de la Encuesta de la Deuda Social Argentina de la UCA, referidos a la población de 18 años y más, entre 2019 y 2020 disminuyó del 64,8% al 63,1% la propensión de las personas a participar del mercado de trabajo, en gran parte por el efecto de la pandemia y de la crisis económico-sanitaria. Este extraño comportamiento se explica porque a pesar de la fuerte pérdida de empleo observada, la tasa de empleo disminuyó del 57,9% al 54,1%, se dio un efecto de desaliento en la búsqueda de empleo ya sea por la imposibilidad de circular libremente por las disposiciones del ASPO o del DISPO o, por la creencia de que no se va a conseguir trabajo. Se estima que de no haberse generado este efecto desaliento y se hubiese mantenido el nivel de participación en el mercado de trabajo, la desocupación se habría incrementado a niveles cercanos al 28,5%. A pesar de esto la tasa de desocupación se incrementó, entre 2019 y 2020, del 11,3% al 13,9% de la población económicamente activa, el valor más elevado de la década.

“Entre 2019 y 2020 casi una cuarta parte de los trabajadores/as (24,2%) se mantuvo en situación de pobreza

En 2020, sólo el 43,7% de la población económica activa de 18 años y más logró acceder a un empleo pleno de derechos. Mientras que el 13,9% de esta población se encontraba abiertamente desempleado y el 14,5% sometida a un subempleo inestable (realizando changas, trabajos temporarios o no remunerados, o siendo beneficiarios de programas de empleo con contraprestación). Al mismo tiempo, el 27,9% contaba con un empleo regular pero precario (con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación alguna al Sistema de Seguridad Social).

En el último año aumentó la proporción de ocupados en el sector micro informal de la estructura productiva (actividades laborales autónomas no profesionales o llevadas a cabo en pequeñas unidades productivas de baja productividad, alta rotación y baja o nula vinculación con el mercado formal). En 2020, este sector reunía al 51,1% de los ocupados. En el mismo año, los ocupados en el sector público representaban el 15,2% (se incluye tanto a los empleados que cubren las necesidades operativas del Estado como a los trabajadores que realizan contraprestación en los programas de empleo directo), y solamente el 33,7% de los ocupados realizaban actividades en el sector privado formal (actividades laborales profesionales o en unidades económicas de media o alta productividad e integradas a los mercados formales).

Caben destacarse una serie de indicadores que expresan el estado de vulnerabilidad global de los trabajadores en Argentina. En 2020, el 36,7% de los activos mayores de 18 años se encontraba en riesgo de desempleo por haber estado desocupado por lo menos una vez en el último año, el 46,4% del total de los ocupados carece de aportes al Sistema de Seguridad Social (no le realizan los aportes jubilatorios al 27,6% de los asalariados y el 70,4% de los trabajadores por cuenta propia no realiza el pago de sus aportes jubilatorios) y el 32,4% de los ocupados no contaban con cobertura de salud de obra social, mutual o prepaga.

La incidencia del trabajo doméstico intensivo no remunerado se incrementó, entre 2010 y 2020, del 56,5% al 65,8% de la población de 18 años y más. La distribución de estas tareas es marcadamente desigual con respecto al sexo. En 2020, el trabajo doméstico intensivo no remunerado fue realizado por el 89,6% de las mujeres mayores de 18 años y solamente por el 38,9% de los varones de ese grupo de edad.

Las evidencias que surgen de la aplicación de modelos de análisis multivariado explicitan como, mayoritariamente, el aumento de participación de los varones en el trabajo doméstico intensivo no remunerado depende de las pautas culturales de los hogares y de las costumbres de las zonas de residencia, representadas por el estrato socio-ocupacional del hogar y la región de residencia. En el caso de las mujeres la colaboración intensiva parecería depender más de poseer la edad para “poder/deber” contribuir con las tareas del hogar y en segunda instancia de las costumbres de la región de residencia.

El ingreso medio mensual de los trabajadores del sector micro-informal fue un 35,4% menor que el ingreso del total de ocupados. En 2020, el ingreso medio mensual del total de los ocupados fue de $33.257, el de los trabajadores del sector micro-informal de $21.475, el de los ocupados del sector privado formal de $46.101 y el del sector público de $44.854.

Si bien la evolución de la media de ingresos de cada uno de los grupos de trabajadores según el sector de inserción es relativamente similar, el saldo 2010-2020 fue aún más negativo para los ocupados en el sector microinformal (-28,6%) que para los del sector público (-17%) y el sector formal (-13,8%). A nivel general, el poder de compra del ingreso horario del total de ocupados disminuyó, entre 2010 y 2020, un 13,5% (de $353,9.- a $306,2.-). Este descenso fue más marcado al considerar a los trabajadores del sector público, un 22,2% (de $512.- a $398,1.-) y en los trabajadores del sector micro-informal, con un 15,4% (de $261,8.- a $221,4.-) que en los del sector formal de la economía donde casi no tuvo cambios, solo -0,3% de variación (de $401,1.- a $399,7.-, todos en pesos del tercer trimestre de 2020).

El déficit en los recursos psicológicos de los trabajadores es elevado y muestra un agravamiento en los trabajadores afectados laboralmente en el escenario Covid-19. El malestar psicológico, el afrontamiento negativo, el sentirse poco o nada feliz y la creencia de control externo son marcadamente más elevadas en el grupo de trabajadores que poseían empleo en 2019 y no lo poseen en el escenario de la emergencia económico-sanitaria y en las personas que en ambos momentos se encontraban desocupadas o inactivas.

Fuente: lacapital

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